La Comisión Europea ha planteado en su último programa Horizonte Europa (2021-2027) una nueva forma de abordar los retos de nuestra época. A través de cinco misiones, se propone un camino de transformación e innovación en Europa, con objetivos claros que deben alcanzarse en un plazo determinado. El municipio vasco de Vitoria-Gasteiz participa en dos de estas misiones; Adaptación al cambio climático buscando la transformación social; y Ciudades inteligentes y climáticamente neutrales. Para caminar hacia los escenarios que plantean ambas misiones, el municipio necesita generar nuevas formas de gobernanza y colaboración que permitan la innovación pública y el fortalecimiento de alianzas con la ciudadanía y el sector privado.
Con este fin, el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz colabora con las consultoras TRAZA y gea21 en el proyecto “Klima Gasteiz: Participación multi-actor para socializar las Misiones Europeas de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático en el municipio de Vitoria-Gasteiz”, enmarcado en el programa europeo “Scalable Cities”. Este proyecto pretende investigar y diseñar nuevas formas de gobernanza de las políticas climáticas del municipio.
Para ello, se plantea una primera fase, de investigación sociológica de los discursos y percepciones de los grupos sociales más alejados de las políticas climáticas (mal llamados “grupos vulnerables”, o más bien clases populares). Los resultados arrojan luz sobre cómo y por qué hay grupos sociales menos comprometidos con este tema, y sobre todo cuál es el papel del Estado y de las políticas públicas en el abordaje de los riesgos climáticos. En una segunda fase, se está diseñando un modelo de gobernanza para impulsar las misiones a escala local.
El estudio sociológico emplea una metodología cualitativa basada en grupos de discusión, cuyo objetivo es captar y reconstruir el discurso, el pensamiento, los sentimientos y las motivaciones de individuos agrupados según una serie de rasgos sociales. Estos grupos “representan” parte de la estructura social en tanto que se reconocen ante un tema y recrean una posición común susceptible de ser analizada. Es evidente que este estudio solo cubre una parte pequeña de esa sociedad, pero es precisamente aquella que no suele ser escuchada ni estar representada en las esferas donde se toman las decisiones. La comparación entre ellos permite dibujar posiciones y perspectivas sociales que indican cómo se percibe ese grupo (a sí mismo, como colectivo), cómo ve el tema propuesto y cómo se relaciona con los discursos hegemónicos sobre el cambio climático.
Uno de los resultados más importantes es que la percepción de los cuatro grupos (varones adultos con empleos de baja cualificación, mujeres adultas con empleos de baja cualificación o trabajo doméstico, inmigrantes residentes en Vitoria, y jóvenes sin estudios y con trabajos precarios) respecto al cambio climático es homogénea, a pesar de tener rasgos sociodemográficos muy diferentes. Es decir, en la visión del cambio climático, la clase social pesa más que el género, el origen o incluso la edad. Los cuatro grupos comparten las opiniones, hasta el punto de utilizar expresiones similares, porque comparten una identidad social. Esta identidad es la que hemos llamado “clase obrera en crisis”, y que percibe el cambio climático como una cortina de humo, alarma sobre la muerta del barrio y el sindicato (sus espacios de socialización fundamentales) y narra una impotencia popular relacionada con la atomización y la falta de regulación de los grandes poderes. No son ni negacionistas ni ignorantes, sino un grupo que no entiende ni participa del imaginario cosmopolita que está impregnando un discurso del cambio climático que perciben como tecnocrático, catastrofista y a una escala planetaria. El papel de las instituciones públicas, y la importancia de la innovación pública resulta clave para entender, dialogar y plantear políticas que respondan a las clases trabajadoras.
